martes, 17 de noviembre de 2009

La sociedad española en el Antiguo Régimen

1. Introducción.

La novelas españolas escritas en el siglo XVI describe perfectamente a todo el elenco de personajes que constituían la sociedad española de la época (venteros, prostitutas, hidalgos, curas, campesinos, pícaros, artesanos...). El ejemplo que mejor lo refleja quizá sea El Quijote, que consta con un gran número de personajes idealizados pero realmente presentes en aquel periodo. La presencia y el oficio de estos personajes se podrá ir deduciendo y comprendiendo teniendo en cuenta el contexto histórico, por ejemplo, la abundante presencia de hidalgos es un claro síntoma de decadencia, ya que son personas que poseen un título nobiliario pero reciben una renta muy baja (o ni siquiera la reciben), y que irán aumentando en los siglos XVI y XVII.


2. Demografía

El régimen demográfico de aquella época cumplía con las características de un “modelo antiguo”. Presentaba una alta de natalidad sin control de nacimientos efectivos; uniones matrimoniales tardías (a partir de 25-30 años) que trataban de funcionar como freno preventivo al desmedido incremento de la población; y una elevada mortalidad provocada por la deficiente higiene pública y privada, por la subalimentación y por los escasos avances médicos.


Aparte de estas carácterísticas demográfica hay que tener en cuenta los factores de una crisis general entre los que se encuentran: las constantes guerras (tanto internas como externas), el terremoto de 1504 que castigó especialmente la zona de Andalucía, las hambrunas iniciadas en 1507 debido a la subida de los precios, y las epidemias de tifus y peste, esta última tuvo sus apariciones más letales en 1480 y en 1507 (Santander perdió 2500 de 3000 habitantes) cuyos brotes siguieron manifestándose hasta el siglo XVIII. Estos hechos diezmaron hasta un 50% la población castellana, que no empezó a recuperarse hasta que finalizó la primera década del siglo XVI, pero en el siglo XVII volvió a padecer una fase de recesión. Algo parecido sucedió en América, que también se vio afectada por numerosos agentes patógenos en los que hay que destacar la viruela, cuyos efectos fueron devastadores.


Todo esto provocó una visión pesimista en España y en toda Europa. Regresaron las ideas milenaristas, ya conocidas quinientos años atrás, acompañadas de imágenes apocalípticas que retrataban la destrucción del mundo y de los seres humanos.

“El triunfo de la muerte”, 1562, obra del pintor flamenco Pieter Brueghel el Viejo"

A pesar de que entre el 80% y el 90% de la población (pues dependía de la región) residía en núcleos rurales, la emigración fue otro factor determinante para la demografía: un gran número de personas se trasladaba temporalmente de un lugar a otro para cultivar las tierras otros muchos lo hacían para vender sus productos (emigración profesional); en cambio, otro grupos cambiaban de tierra de forma definitiva, pues la gente comenzó a abandonar el campo, sobre todo a mediados del s.XVI, para instalarse en los incipientes núcleos urbanos de la misma manera que algunos territorios montañosos comenzaron a ser poblados, en menor medida que las ciudades (emigración estructural). También hay que mencionar al sector de la población española que decidió probar fortuna en el Nuevo Mundo.


Existe otra forma de emigración que, a diferencia de las dos anteriores, fue impuesta a los sectores religiosos minoritarios por el Tribunal de Inquisición. En 1492 se aprobó el decreto de expulsión de los judíos que obligó a unas 90.000 personas a abandonar el territorio cristiano (diáspora sefardí), mientras que en 1609 se produjo la expulsión de 300000 moriscos.


2. Economía

Durante el siglo XV, la ganadería, que había sido una de las grandes fuentes económicas en España, resultaba insuficiente. Esto era resultado del gran trabajo que exigía y, sobre todo, de los constantes conflictos con los agricultores (pues en muchas ocasiones el ganado arrasaba con sus cultivos), que se oponían a lo establecido por la Mesta, organismo constituido por los grandes ganaderos de la meseta.

En cambio, otras actividades fueron adquiriendo una importancia creciente, como es el caso de la silvicultura, que consistía en la tala de árboles para lograr mayores beneficios agrícolas; o de la industria naval, impulsada por la fusión de barcos nórdicos con los mediterráneos que mejoró las cualidades bélicas y comerciales de los barcos; y de la industria textil debido a la alta estima que se tenía por la lana de la oveja merina, un producto con el que solo comerciaba la península.


El comercio estaba lastrado por la lentitud de las relaciones y contactos, en parte, provocado por la deficiencia del transporte y por las malas condiciones que las redes viarias y fluviales, que sufrían los impactos del bandolerismo y de la piratería respectivamente (aunque se optó por las vías marítimas pues los ataques de bandoleros se producían en todo el país). Además, los medios de pago eran muy rudimentarios y la contabilidad insuficiente, se empleaba el crédito y las letras de cambio proliferaban. Los grandes centros financieros (Amberes y Ámsterdam) se desarrollaban muy lentamente.

A raíz del descubrimiento de América, se mejoraron muchos aspectos económicos, pues las industrias continuaron su proceso de desarrollo, aparecieron nuevos instrumentos financieros y llegaron ingentes cantidades de oro y plata sobre todo en 1520 (tesoros aztecas) y a partir de 1535 (tesoros incas).

La minería y la metalurgia fueron dos de las industrias que más avanzaron por el gran papel que jugaron los metales. Sobre 1550 se produjo una pequeña revolución de la amalgama por el mercurio, que permitió emplear metales de bajo nivel y ahorraba combustible.


Debido a la extracción de oro y plata de las minas de las Indias (de Potosí y Zacatecas) se produjo un aumento de los precios de los productos españoles (revolución de los precios) que no dejó de subir hasta que el oro y la plata empezaron a llegar en cantidades menores. La Hacienda Pública Española quebró en 1558 debido al desequilibrio de los precios y a los gastos del Estado en el extranjero.


En el siglo XVII se produjo una coyuntura económica desfavorable que provocó una fase de recesión demográfica, además, cada año fue bajando la cantidad de metales extraídos. Por otro lado, las metrópolis de las potencias europeas se fueron enriqueciendo gracias al comercio de productos obtenidos en sus propias colonias. La industria de lujo fue muy demandada en estos países donde se apreciaban mucho las joyas, la relojería, el cristal, el mobiliario costoso, la seda o el chocolate; uno de los mejores ejemplos fue el desarrollo del mercado de flores en Holanda.


La agricultura, impregnada por los nuevos productos americanos, continuaba siendo el sector predominante. Debido al clima continental español, con inviernos fríos y veranos calurosos y secos, los cereales, los viñedos y los olivos eran los cultivos más empleados. Se acusaba la escasez de legumbres, hortalizas y frutas; y la falta de avances tecnológicos.


La expulsión de los 300.000 moriscos en 1609 fue un factor determinante para el desarrollo de cualquier actividad económica ya que ellos representaban un gran porcentaje de la mano de obra activa. También lo fue la expulsión de los judíos en 1492, pues ellos realizaban numerosas operaciones bancarias y financieras. Por otra parte, el excesivo control que los gremios ejercían sobre los productos se sumó al bajo poder adquisitivo de la población, que se fue sumiendo en una crisis general.


En definitiva, España gozó de una situación económica favorable durante todo el siglo XVI y parte del XVII (no podemos decir lo mismo de los ciudadanos españoles que sufrieron el desequilibrio de los precios), pero en este ya daba claras señales de agotamiento.



Bibliografía empleada:

-“Historia de España. El siglo XVI. Economía, sociedad, instituciones” Ramón Menéndez Pidal.



Miguel de la Plata

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